Han quedado muy atrás los años en los que tus discursos enardecían a las masas. Tus soldados preferían avanzar hacia el fuego enemigo que retroceder, claro que retroceder implicaba la certeza de caer en fuego “amigo”. Tardaste en darte cuenta de que lo de “yo tengo la razón, los demás están equivocados” acaba cayendo por su propio peso y el peso de esa caída se llevó a mucha gente por delante. Tenías tan claro que estabas convirtiendo en un icono que, cuando tu secretario de prensa te avisó de que tu bigote no estaba de moda le aseguraste que lo acabaría estando, sólo por el hecho de que tú lo usabas.
Lo lograste. Te convertiste en un símbolo. Más de un lustro después tu imagen sigue tan presente como un estándar del jazz que se reinterpreta una y otra vez, pero casi siempre en clave cómica. Para lo que has quedado. Busca por ejemplo “Hitler ads” en Google Images y te harás una idea. Sí, en la India y entre algunos extremistas sigues pegando fuerte, aunque me temo que por inconsciencia. Ya eres un icono que ha pasado a la historia, afortunadamente no como te habías imaginado.